lunes, 24 de octubre de 2011

SI o NO.

- ¿Todo bien?
- Si... NO.
- ¿Cuál es la respuesta buena?
- ¿Tú que crees?
- La tercera es la buena...- dice entre sollozos.

- Eh, ¿que te pasa?
- Estoy cansada.
- ¿Me lo quieres explicar?
- No, quiero saber cuál es la tercera respuesta.
- Es la buena, casi siempre, aunque no siempre. ¿De verdad quieres que te la explique?
- Sí.
- Vale, tú lo has querido. Casi siempre razonamos en términos de elección entre dos posibilidades: si y no, derecha e izquierda. Incluso cuando hay varias cosas en juego, si nos fijamos, la elección siempre oscila entre dos opciones. Si te preguntas si eres feliz, la respuesta que se te ocurre automáticamente es un sí o un no, porque la forma de la pregunta te pide esa respuesta. Lo mismo pasa si tienes que elegir un país al que mudarte. Lo pensarías un buen rato, pero intentarás llegar lo antes posible a elegir entre dos opciones. El cerebro es el que funciona así, no le gusta barajar demasiadas posibilidades.
Dime si te estoy aburriendo; si quieres, paro.
- No, no, sigue.
- Pues bien, yo te pregunto si todo va bien, y la respuesta no puede ser si, porque has sollozado fingiendo que tosías... y tampoco puede ser no.
- ¿Por qué?
- Por que te acostumbras a pensar que todo está bien cuando eres feliz, cuando te estás divirtiendo, y todo lo demás es una desviación, si lloras es una desviación, si estás triste, si amas y no eres correspondido... sin embargo no puede ser así...
- ¿Y tú como crees que es?
- No lo sé- Yo tampoco sé como es...

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